viernes, 9 de julio de 2010

Nuevamente el lenguaje del miedo en educación, ¿y el proyecto país?

Eugenio Rodríguez Fuenzalida

Me ha llamado la atención que, últimamente, en las expresiones de las autoridades de gobierno se ha instalado el lenguaje del miedo.


Respecto del tema de la delincuencia se plantea un programa anti delincuencia, pasando por encima de los derechos constitucionales de nosotros, los ciudadanos; se señala como base de esa política el aumento de las facultades de las policías para investigar, así como el cierre de calles y pasajes para intervenir los barrios, todo muy discrecional tal como se realizaba en tiempos de la dictadura.

Hace poco, se utilizó la siguiente expresión: quien nada hace, nada teme; frase muy empleada en tiempos de la dictadura para justificar el atropello a los derechos humanos.

De igual manera acontece con las manifestaciones ciudadanas, respecto de las cuales se anuncian castigos del infierno, parece que preocupan las manifestaciones como tales, más que los desmanes, cuyos autores están probablemente registrados.

Miedo, miedo.

Pareciera que esta lógica del miedo también se instaló en la educación.

Hay que poner una señal en la frente de las escuelas que no logran un promedio que se impone, artificialmente desde el Ministerio de Educación; la luz roja. Lo rojo es signo de algo malo. Parece una política religiosa medieval, los pecadores deben ir vestidos de tal forma para que sean reconocidos como tales.

Al castigar la escuela se castiga a todos los que en ella habitan, incluida la familia, la cual no cambiará a sus hijos e hijas porque, a menudo, está contenta con ese establecimiento y, a veces, no tiene ninguna posibilidad de hacerlo, como lo muestran las investigaciones. La familia no utiliza siempre los criterios que se plantea el Ministerio; por eso, este lenguaje utilizado está muy cercano a lo ofensivo.

Por su parte, hay que castigar a los profesores y profesoras que no logran alcanzar esos promedios artificiales. Se impone una responsabilidad que probablemente no está presente en ellos desde su preparación como docentes. Me pregunto quién ha privatizado la formación de los profesores y profesoras; quién no ha cumplido con su obligación de acreditar dicha formación. Sin embargo, nuevos castigos, nuevas penas.

Evaluar, evaluar para castigar.

La interacción poder, miedo, juicio, castigo destruye cualquier política educativa porque interrumpe la democracia en su base.

Se ha despedido a un número importante de funcionarios del Ministerio. Nadie ha dado cuenta de un proceso bien llevado, de acuerdo con las normas que regulan a esos funcionarios. Todo ha dependido de criterios discrecionales: todos los que se van son “malos”, sobran, son activistas, son “políticos”…

Nuevamente, este estilo me recuerda el período de la reciente dictadura.

Hoy se anuncia la evaluación en educación física. Nadie entre las autoridades de ese Ministerio piensa que los colegios mejor equipados y con profesores especialistas lograrán buenos resultados. Las escuelas rurales juegan, en las clases de educación física, con una pelota de trapo, las más equipadas con un balón más moderno. Algunas tienen profesores especializados en educación física, la mayor parte está determinada por la buena voluntad del único profesor o profesora.

Se continúa gastando dinero en diagnósticos más que en la aplicación de políticas.

Pero, hay que castigar. Probablemente, según la lógica de las autoridades, hay que castigar a la escuela roja, a los profesores y profesoras y a los estudiantes.

El lenguaje que ha rodeado los resultados del SIMCE es, también, un lenguaje de miedo.

La autoridad señaló: 128 establecimientos, municipales y particulares subvencionados, del país serán premiados por sus resultados y adelantó que, para el año 2011, el incremento de la subvención para los colegios estará vinculado a las mejoras en los resultados SIMCE.

Premios y castigos.

Probablemente se siguen los usos del siglo XIX y parte del XX, o la autoridad está asumiendo el rol de castigador.

Tras este agresivo lenguaje, me pregunto: ¿cuál es el proyecto país en educación?

Hasta este momento se percibe que el proyecto país es privatizar más la educación, siempre con aportes del Estado. Espero que la comisión, creada hace algunas semanas, tenga más imaginación.

Así, parece que las escuelas privatizadas subvencionadas serán el futuro del país.

Pero, quiénes han evaluado el éxito de esa política - instalada en 1981, lleva 30 años-, para poder predecir que será una política “exitosa” para el país y no sólo para los propietarios.

¿Será acertado someter la educación a un mayor libre mercado?